lunes, 17 de julio de 2017
CAPITULO 44 (SEGUNDA HISTORIA)
Mis ojos se llenan de lágrimas en el mismo instante en que oigo la puerta. Ni siquiera había recordado que Christian regresa mañana. Sonrío fugaz entre sollozos. Todo esto empezó por él y ahora ni siquiera me importa.
No sé cuánto tiempo paso llorando, pero, la idea de que Pedro regrese y me encuentre destrozada en el suelo del baño de su habitación privada de un club para ricos y pervertidos, me parece demasiado patética incluso tratándose de mí. Es demasiado patético incluso para una canción de pop de los ochenta.
No me apetece ponerme el vestido negro ni tampoco los tacones, pero no puedo elegir. Atravieso el club deseando ser invisible y, sobre todo, suplicando por no encontrarme con Pedro. No sería capaz de ver cómo se marcha una vez más. Afortunadamente diviso a Octavio sentado en una de las mesas antes de que él me vea a mí y consigo cruzar la estancia sin que repare en mi presencia. Es más que probable que Pedro esté con él.
Llego a mi apartamento y, sin pensarlo, me meto en la cama.
Antes de poder pensar, de tratar de ordenar mis ideas, de respirar, comienzo a llorar. Lo echo de menos. Lo echo de menos como si todo lo que tengo ya no valiese nada sólo porque él no está.
Me acurruco con fuerza. El frío y la lluvia han vuelto de golpe. Vuelvo a tener siete años de golpe.
Sólo quiero dormir y olvidarme de todo.
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