viernes, 23 de junio de 2017
CAPITULO 37 (PRIMERA HISTORIA)
Camino del sofá en busca de mis cosas, puedo ver cómo una Paula imaginaria sale de mí y comienza a dar volteretas y triples mortales mientras corre como las protagonistas de esos dibujitos manga que siempre van descalzas por las montañas.
Nos acomodamos en la parte trasera del jaguar e inmediatamente nos incorporamos al tráfico. Miro a Pedro de reojo esperando a que salte sobre mí y continué besándome de esa manera tan increíble, pero no lo hace.
A la tercera vez que lo miro, se da por aludido y sonríe.
—¿Esperas algo, Pecosa?
Niego con la cabeza. Muerta antes que reconocerlo. Pecosa tiene dignidad.
Carraspeo un par de veces y miro por la ventanilla otras tantas.
—¿Por qué vas al Archetype?
Qué mejor momento para preguntar.
Pedro sonríe de nuevo con la vista al frente. Está claro que mi curiosidad le parece de lo más divertida.
—Quiero decir —trato de explicarme y dejar de parecerle una cría que nunca ha visto a un hombre desnudo—, sé por qué cualquier persona iría a cualquier club, pero ¿por qué a ése?
Pedro se mueve ágil en el asiento hasta que me tiene de frente.
Estira su brazo a lo largo del respaldo y sus hábiles dedos se quedan muy cerca de mi hombro.
—Por las posibilidades —susurra enigmático—. El sexo es divertido y el sexo cumpliendo todas tus fantasías lo es aún más.
Abro la boca dispuesta a decir algo, pero acabo cerrándola.
La abro y vuelvo a cerrarla una vez más. Esa frase me ha dejado sin palabras.
—¿Tú… tú has cumplido todas tus fantasías? —alcanzo al fin a preguntar.
Pedro sonríe de nuevo de esa manera tan dura y sexy. Es
interesante saber que el centro mundial de las fantasías de cientos de mujeres, probablemente miles, tiene a su vez las suyas propias.
—Si quiero algo, lo tengo —sentencia con su voz más ronca y sensual—. No necesito fantasear con ello.
Uau.
Los músculos de mi vientre se tensan deliciosamente.
Aprieto los muslos con suavidad, tratando de controlar toda la excitación que amenaza con desbordarme.
—¿Y qué hay de ti? —pregunta torturándome con cada letra—. ¿Cuáles son tus fantasías?
No se me escapa el hecho de que ha preguntado cuáles son mis fantasías y no si las he cumplido, dejando clarísimo que sabe que la respuesta a esa hipotética pregunta sería un no. Tiene razón, pero me molesta un poco que esté tan seguro de ello.
—No lo sé —murmuro nerviosa.
—Déjame ayudarte —dice reduciendo por completo la distancia entre ambos.
Alza su mano y la coloca sobre mi muslo, en el punto preciso donde termina mi vestido.
—Cuando te follo, sé exactamente lo que tengo que hacer para que te corras y es porque sé exactamente en lo que estás pensando —susurra con su cálido aliento bañando mi mejilla.
Trago saliva y mi respiración se acelera suavemente.
Sus dedos se mueven cálidos y seductores jugando con mi piel y mi vestido.
—Pecosa, sólo necesito mirarte para saber lo que te mueres de ganas de que te haga.
Su mano se desliza posesiva bajo la tela.
—Dónde quieres que te muerda, que te bese, que te toque...
Gimo tratando de contener el huracán que está arrasando mi cuerpo.
—Y ahora quiero saber cuánto tiempo tardarías en correrte si fuésemos dos los que nos encargáramos de hacer exactamente eso.
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario