martes, 20 de junio de 2017
CAPITULO 26 (PRIMERA HISTORIA)
Los rayos de luz atraviesan el ventanal. Me molestan. Quiero seguir durmiendo. Me giro pero me topo con la espalda del sofá. Suspiro.
Protesto. No estoy en la cama más cómoda del mundo. Me obligo a abrir los ojos y miro a mi alrededor desorientada.
Estoy en el sofá.
Me destapo y me levanto. Vuelvo a mirar a mi alrededor.
Quizá no ha venido a dormir. La puerta de su dormitorio está cerrada. Sí ha venido.
Adormilada y muy despacio, comienzo a caminar hacia la isla de la cocina. Supongo que se habrá cansado de sólo dormir conmigo. Es lógico. No podía pretender que me llevara en brazos cada noche y me tumbara junto a él.
«Sí, pretendías exactamente eso.»
Me pongo los ojos en blanco a mí misma absolutamente exasperada y comienzo a preparar café. Este día va a ser un asco, lo presiento.
La puerta de la habitación se abre lentamente y, antes de que pueda entender con claridad qué está pasando, una chica de piernas kilométricas sale del dormitorio de Pedro.
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